En Tailandia, hace unos años, tomé esta foto de Jacobo —nuestro hijo mayor— sentado en silencio frente a un templo budista.
Tenía apenas 9 años.
Ese día, por iniciativa propia, quiso probar lo que los monjes hacían cada mañana: sentarse, cerrar los ojos, y respirar.
Aunque somos católicos, siempre hemos sentido una profunda gratitud por el poder espiritual que hay en muchas culturas. Esa mañana, mientras lo observaba, entendí algo que me marcó:
Un niño que aprende a estar consigo mismo, a respirar, a observar sus pensamientos y emociones… es un niño que tiene más posibilidades de vivir despierto.
Hoy quiero hablarte de eso:
de la vida interior como herramienta para vivir sin piloto automático.
Vivir hacia afuera nos está enfermando
Vivimos en un mundo de pantallas, ruido, notificaciones, comparaciones, premios inmediatos. Todo diseñado para mantenernos distraídos, reactivos, saturados.
Los adultos… y nuestros hijos.
Y cuando uno no tiene vida interior, termina viviendo hacia afuera: pendiente del qué dirán, de la aprobación, de las apariencias, de las metas externas.
Pero una vida que solo ocurre afuera, tarde o temprano se vacía por dentro.
La espiritualidad como brújula
No me refiero a religiosidad superficial, ni a fórmulas mágicas. Me refiero a cultivar el alma, a enseñar a nuestros hijos a detenerse, a hacer silencio, a conectar con algo más grande, a mirar hacia dentro.
A sembrar en ellos preguntas que importan:
¿Quién soy?
¿Para qué estoy aquí?
¿Qué sentido tiene mi vida?
Porque cuando un niño aprende a vivir con propósito, desde adentro, tiene menos riesgo de dejarse arrastrar por la corriente.
Herramientas simples que transforman
Solo necesitas intención. Aquí te dejo algunas prácticas que hemos intentado como familia:
- Espacios breves de silencio diario (1-2 minutos con los ojos cerrados)
- Rezar el Santo Rosario
- Diálogos sobre lo que sentimos y pensamos antes de dormir
- Lectura de cuentos con sentido trascendente
- Gratitud al comenzar o terminar el día
- Oración en familia (cada quien a su estilo)
¿Y qué tiene que ver todo esto con Familias que Vuelan y con ChaoPilot?
Mucho.
Porque vivir sin piloto automático no es solo cambiar rutinas o mudarse de país.
También es educar hijos conscientes, conectados con su mundo interior, con su propósito, con su fe, con su verdad.
Por eso, cada vez que abrimos espacio para la espiritualidad en nuestra familia, no estamos perdiendo tiempo: estamos entregando una brújula para toda la vida.
Bienvenid@ a ChaoPilot, la comunidad donde los padres decidimos vivir y criar con más conciencia.
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