Hay lugares que te invitan al silencio, aunque estén llenos de turistas.
Espacios que, aunque ajenos, te hacen sentir en casa.
Templos que, sin decir palabra, te recuerdan lo que realmente importa.
Angkor Wat fue uno de esos lugares para nosotros.
Recuerdo a María Victoria caminando entre esas ruinas antiguas, con su paso firme, pausado, casi en reverencia.
No hacia los dioses que vivieron allí, sino hacia algo más profundo:
La maternidad.
La vida.
El propósito.
Ese día me di cuenta de que hay madres que caminan por el mundo cargando un peso invisible.
No es el peso de los hijos, ni de la casa, ni del trabajo.
Es el peso de no haberse detenido nunca a preguntar:
¿A dónde voy con todo esto?
¿Para quién estoy corriendo tanto?
¿Qué es lo verdaderamente sagrado en mi vida?
A veces hay que estar frente a ruinas milenarias para reconocer las ruinas propias.
Esas ruinas internas que deja vivir en piloto automático, criando desde el cansancio, sin espacio para el alma.
Pero también hay caminos sagrados.
Y hay madres que deciden recorrerlos despiertas.
Madres como María Victoria, que no sólo caminan con sus hijos, sino que caminan para sus hijos.
Que no sólo buscan respuestas, sino que se permiten hacer las preguntas difíciles.
Caminar lento.
Respirar hondo.
Reconectarse con el presente.
Volver a elegir.
Eso también es maternidad.
Eso también es espiritualidad.
Y ese es el tipo de viaje que queremos acompañar desde ChaoPilot:
Un viaje hacia adentro.
Hacia una maternidad más consciente.
Hacia una vida familiar con propósito.
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— Camilo
Familias que Vuelan