Hay una frase que se repite por ahí como consejo de abuelita:
“Los niños no hacen lo que uno dice. Hacen lo que uno hace.”
Y puede sonar cliché, pero cuando uno se detiene a pensar en serio, en silencio, en esa idea… da miedo.
Porque si eso es cierto, entonces nuestros hijos no están simplemente mirándonos, están aprendiéndonos.
Y eso nos pone en la silla caliente.
Yo soy Camilo Alzate, esposo de Vicky y papá de tres: Jacobo, Guadalupe y Francisco.
Hace unos años vivíamos como muchas familias: con horarios, corre corre, oficina, colegio, cansancio crónico, almuerzos a la carrera, domingos con ansiedad, y esa sensación constante de estar sobreviviendo en lugar de vivir.
El piloto automático al cien.
Y aunque sabíamos que algo no estaba bien, seguíamos. Porque así es la vida, ¿cierto? Porque toca.
Hasta que un día, Vicky y yo nos preguntamos:
“¿Qué pasaría si nuestros hijos crecen y terminan repitiendo exactamente esta vida que llevamos… porque fue lo que vieron?”
Silencio.
Nos dolió.
Y fue ahí cuando empezó todo. Vendimos lo que teníamos, nos deshicimos de lo innecesario, empacamos una maleta por cabeza y nos fuimos a recorrer el mundo en familia.
No sabíamos muy bien a dónde nos llevaría ese salto, pero sabíamos que si queríamos que nuestros hijos aprendieran a vivir con libertad, primero nosotros teníamos que hacerlo.
Desde entonces hemos estado en 22 países, educando a nuestros hijos fuera del sistema, trabajando de forma remota, y aprendiendo a vivir más livianos, más presentes, más auténticos.
Pero esto no es sobre nosotros.
Esto es sobre vos. Y tus hijos.
Porque hoy, mientras vos lees este artículo, tus hijos te están observando.
Y están aprendiendo de vos cómo se ama, cómo se reacciona ante el miedo, cómo se resuelven los problemas, cómo se toma una decisión difícil, cómo se trata a la pareja, cómo se enfrenta el aburrimiento, cómo se vive.
¿Qué le estás enseñando sin querer?
No es para que te culpes.
Es para que despiertes.
Porque si querés que tus hijos piensen diferente, sean valientes, sigan sus sueños, se escuchen a sí mismos y construyan una vida con sentido… tenés que empezar vos.
Nadie enseña libertad viviendo en una jaula.
Entonces, ¿por dónde arrancar?
Nosotros creemos que se trata de apagar el piloto automático, revisar con lupa la vida que estamos llevando y animarnos a construir algo diferente. No perfecto. Solo más consciente, más nuestro.
Y para eso creamos Familias que Vuelan.
Un movimiento de padres que, como vos, quieren dejar de repetir patrones y vivir desde la autenticidad.
Desde nuestro libro “Familias que Vuelan”, hasta nuestras asesorías virtuales y conferencias para padres, estamos acompañando a quienes quieren recuperar el control del timón.
Porque el cambio no empieza en el mundo. Empieza en casa.
Y los primeros alumnos de nuestra transformación… son nuestros hijos.
¿Te resonó este mensaje?
Contanos en los comentarios:
¿Qué cosas estás enseñando sin querer y qué te gustaría cambiar?
Y si sentís que este artículo puede despertar a alguien más, compartilo.
Nunca sabés a quién podés inspirar con un simple clic.