Todavía recuerdo el día que sacamos el sofá por la puerta.
Ese mismo que había sido testigo de tantas siestas, peleas y películas en familia.
Vicky y yo nos miramos y, sin decirlo, supimos que no había marcha atrás.
Habíamos decidido venderlo todo.
Casa.
Camas
Nevera
Lavadora
Juguetes.
Ropa.
Cachivaches.
Recuerdos.
Y también, miedos.
Y con cada cosa que salía por la puerta, se abría un espacio nuevo para lo que realmente importaba: nosotros cinco, juntos, volando livianos.
El peso de las cosas que no usamos
La sociedad nos vendió la idea de que acumular es sinónimo de éxito.
Que entre más cosas tengás, más valés.
Pero nadie te habla del peso invisible que eso carga.
Nosotros lo teníamos todo… menos tiempo, menos presencia, menos conexión.
La casa estaba llena, pero el corazón, medio vacío.
Y cuando empezamos a cuestionarlo, nos dimos cuenta de que no queríamos una vida decorada…
queríamos una vida vivida.
El día que lo soltamos todo
No fue fácil.
Vender los libros.
Regalar los cuadros.
Dejar los muebles.
Pero cada desprendimiento era una victoria silenciosa.
Un acto de rebelión contra el guion preestablecido.
Una declaración de independencia familiar.
Y cuando el apartamento quedó vacío y los cinco nos abrazamos en el centro del piso, nos dimos cuenta de que no necesitábamos más.
Solo necesitábamos valor para soltar.
Viajar con poco. Vivir con todo.
Desde que empezamos nuestra vida como familia nómada, cargamos solo lo esencial.
Lo que cabe en una maleta.
Lo que de verdad usamos.
Lo que nos hace sentir livianos, no atados.
Y lo increíble es que, entre menos cosas tenemos, más abundante se siente la vida.
Más tiempo.
Más presencia.
Más historias.
Más conexión.
Lo material se volvió secundario.
El lujo, ahora, es ver a Jacobo leer un libro bajo un árbol en Cuenca.
Es escuchar a Francisco cantar en una van en Turquia..
Es ver a Guadalupe reír con una niña en la India sin importar el idioma.
Eso… eso no lo compra ninguna tienda.
¿Y si lo que te frena no es la falta de dinero, sino el exceso de cosas?
Muchos nos dicen: “Qué valientes, dejarlo todo para viajar”.
Pero esto no es valentía.
Es necesidad.
Necesidad de vivir despiertos.
De respirar hondo.
De enseñarle a nuestros hijos que no se trata de tener, sino de ser.
Hoy, desde Familias que Vuelan, queremos invitarte a hacerte una pregunta incómoda:
¿Qué pasaría si soltaras lo innecesario?
Tal vez no necesitas empacar una maleta y cruzar el mundo.
Pero sí podrías empezar por revisar qué tanto estás acumulando afuera… y qué tanto estás perdiendo adentro.
Somos Familias que Vuelan
Vivimos viajando, educando en libertad, trabajando remoto, y ayudando a otras familias a pensar diferente.
En nuestro libro Familias que Vuelan te contamos cómo lo hicimos.
En nuestras asesorías virtuales te acompañamos si querés intentarlo.
En cada charla, en cada post, en cada paso… seguimos diciendo lo mismo:
Menos cosas. Más vida.
Pero creo que deberían hacer más enfoque en lo económico, soltar lo material es lo más fácil, el secreto es cuánto dinero necesitas para hacerlo?
Hola, que gusto tu comentario. El tema económico lo abordamos frecuentemente porque lo preguntan mucho. De hecho en nuestro libro abordamos el tema tambien. ¿Cuánto necesitas para hacer que? ¿Viajar con lo hicimos nosotros? Hay muchas maneras de viajar. Siempre encontrarás familias viajando con todos los lujos y también aquellos que se buscan el día a día. Creo que la pregunta es ¿Qué tan grande es tu sueño y cuánto estás dispuesta a sacrificar por él? Un abrazo.