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¿Y la educación, pues? Lo que aprendimos enseñando a nuestros hijos en la ruta

Hay una pregunta que nos repitieron en 22 países y que nos hacen en cada charla, asesoría o vuelo que damos con Familias que Vuelan:

¿Y la educación de los niños qué?

Como si vivir viajando y educar al mismo tiempo fueran dos trenes que se estrellan de frente. Como si ser papás responsables fuera sinónimo de “quedarse quieto”.

Pero acá va una verdad incómoda: en el camino aprendimos más de lo que jamás imaginamos enseñar.

Y nuestros hijos, ni se diga.

La escuela no tiene paredes (ni horarios fijos)

Cuando salimos de Colombia con Vicky y los tres niños —Jacobo, Guadalupe y Francisco— no sabíamos exactamente cómo sería eso de educar sin colegio.

Lo que sabíamos era esto: no queríamos seguir el mismo libreto educativo que nos habían impuesto a nosotros.

Y entonces, pasó algo que no estaba en ningún currículo:

• Jacobo aprendió historia caminando por las ruinas de Angkor Wat en Camboya.

• Guadalupe aprendió a comunicarse en idiomas que ni conocía (y no hablo solo de inglés).

• Francisco entendió lo que es empatía compartiendo pan en un templo budista de Tailandia.

Educación alternativa no es desescolarización salvaje

No se trata de “dejarlos a la deriva”. En casa (bueno, en casa-rueda o casa-avión) tenemos estructuras, rutinas, materiales, y sobre todo: muchísimas conversaciones.

Nos apoyamos en plataformas digitales, libros físicos, proyectos por países y experiencias reales.

Aprenden a investigar, resolver, crear, cuestionar, viajar liviano y pensar profundo.

Y sí, también saben sumar, leer, escribir, multiplicar y preguntar con libertad.

Pero… ¿y cómo se certifican? ¿Qué pasa si quieren entrar a la universidad?

Estas son preguntas válidas.

Y por eso en nuestras asesorías virtuales —una de las líneas que tenemos en Familias que Vuelan— acompañamos a muchas otras familias que quieren salirse del sistema sin salirse del mapa.

Porque sí hay formas de certificar, sí hay formas de volver (si se desea), sí hay universidades que valoran perfiles distintos.

¿Y sabés qué más hay?

Niños que crecen con hambre de mundo, con mirada crítica y con alas propias.

¿Y Guadalupe? ¿Cómo hacen con una hija con síndrome de Down?

La respuesta es simple: ella enseña más de lo que aprende.

Guada nos recordó que no hay una sola forma de aprender, ni una sola velocidad, ni una sola definición de inteligencia.

Ella no encaja en ningún molde. Y eso, en vez de asustarnos, nos enseñó a romper todos.

Entonces… ¿sí se puede educar viajando?

No solo se puede.

Se debe, si sentís ese llamado en el corazón.

Eso sí: se necesita compromiso, apertura mental, adaptabilidad y una buena mochila (emocional y digital).

No tenemos todas las respuestas, pero tenemos algo mejor: una ruta vivida, muchas historias reales, y un deseo genuino de acompañar a quienes quieren volar distinto.

Por eso creamos nuestro libro “Familias que Vuelan”, por eso hacemos conferencias, por eso asesoramos, por eso contamos.

Porque otra educación es posible.

Y lo está esperando justo fuera de la puerta.

¿Te gustaría saber cómo crear tu propio plan educativo viajero?

En Familias que Vuelan ofrecemos asesorías personalizadas para familias que quieren educar sin piloto automático. También tenemos charlas, experiencias de viaje y todo lo que necesitas para despegar con tus hijos.

Escribinos o dejá un comentario abajo si te interesa aprender más.

Y si ya lo estás haciendo, contanos tu historia. ¡Queremos inspirarnos contigo!

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